Por Juan José Campos Loredo
“La fama
estuvo a punto de desbaratarme la vida,
porque perturba tanto el sentido de la
realidad como el poder”
Gabriel García Márquez,
Magazine-La Vanguardia,
Barcelona, 2006.
Mucho se
ha escrito acerca de la delgada línea que separa a los críticos del poder con
el poder mismo. ¿Dónde se puede plantear esta separación cuando la tentación de
lo que se crítica es tanta en un sistema que todo toca, que todo es capaz de
corromper? ¿Hasta qué grado se justifica el “roce” sin que este embarre lo que
mucho se construye desde la lejanía que mantiene la objetividad, la mirada
crítica, la “sana distancia” como en su momento diría el expresidente Ernesto
Zedillo (1994-2000)?. La
relación entre creadores, intelectuales y los protagonistas de los medios informativos
de comunicación se vuelve tentadora. Esos hombres y mujeres que desde la
trinchera del cuestionamiento paladean esos insanos placeres que el
acercamiento con el poder les otorga... es difícil sustraerse a ello.
Jose Vasconcelos y Diego Rivera duramte un evento en el Parque de Chapultepec, Cd. de Mexico, 1921. Foto: Tina Modotti |
En su
momento José Vasconcelos buscó las alianzas y como primer Secretario de
Educación Pública (1921-1924), en el periodo de la “construcción de instituciones” del
México Post-revolucionario, generó un movimiento de innovación cultural desde
lo social impulsando y avalando un nacionalismo que mucho se vería entre las artistas
visuales, la literatura, la música, el cine, propugnando modelos de una mexicanidad
necesaria quizá después del desgastante periodo de lucha revolucionaria, que
habia motivado un nuevo orden de las cosas; movidos los hilos por la creación
de las instituciones generadas por el PNR, luego PRM y afianzadas por la transformación
de este en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y que en los
años 40 y 50 mantendrían esa hegemonía de relaciones donde la crítica era
suavizada por ese glamour que envolvió las primeras reformas “modernistas” de un país en ciernes.
Los
acontecimientos contra estudiantes en 1968 marcaron ese punto de
distanciamiento entre el poder y sus intelectuales: la renuncia como embajador
de la India del poeta y ensayista Octavio Paz y el encarcelamiento del escritor
José Revueltas en el periodo Diazordista, promovió una idea de que esta
separación debía mantener este espíritu crítico y esa sana distancia que en ese entonces era inconcebible. Carlos Fuentes
reactivó la polémica al ceder a la tentación de acortar la famosa
“distancia con el príncipe”, frase acuñada posteriormente por Octavio Paz, con el presidente Luis Echeverría Álvarez, en
quien depósito su voto de confianza, bajo la frase, se dice que de su autoría, “Echeverría
o el fascismo”, a la que se sumaron una buena cantidad de intelectuales y
artistas. A sabiendas del papel que este había tenido en la masacre de taltelolco
en su papel de Secretario de Gobernación, el apoyo de elite intelectual
mexicana, fue contundente con quien ahora en su nuevo cargo como presidente de
la república, buscó retomar los ideales revolucionarios para verse a si mismo
como el "presidente de las nuevas revoluciones", apoyandose de creadores e
intelectuales quienes haciendo uso de su libre derecho de aprovechar a su
manera esta relación, y en un contexto pleno de dictaduras en America Latina,
encontraron en esa "complicidad" buen caldo de cultivo para hacer la radiografía del
poder con una apertura inconcebible, pero por igual, en la realidad, con la
represión brutal de movimientos sociales como los de Genaro Vazquez, líder
sindical del magisterio guerrerense que tras formar parte de la oposición
política al gobierno de Guerrero, pasó a la clandestinidad hasta su muerte en 1972
en medio de un “accidente” automovilístico, Lucio Cabañas, maestro rural,
egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, líder estudiantil y jefe del
grupo armado Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero asesinado por
fuerzas castrenses en 1974; la masacre del Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971 o el lacerante ataque
a la libertad de expresión que se dio con la destitución de Julio Scherer
García de la dirección del diario Excélsior en 1976.
La
relación entre los intelectuales y los medios del poder llegó a su momento
cumbre con un defenestrado Carlos Salinas de Gortari, quien logró “enamorar” a
medio México con sus planes de incursionar en el primer mundo, entre la vorágine
de sus reformas neoliberales y la tentación de varios intelectuales de ser
parte de esa nueva generación de cambio en
un marco contradictorio con visión neoliberal. Y sí, el sueño del Salinato no
llegó a su final. Un nuevo movimiento y un nuevo uso de lo mediático desde la
capucha de la selva lacandona, acabó con ello, y reinsertó a los intelectuales
a una realidad que el oropel y glamour salinista había hasta el momento obnubilado.
En
la tendencia que se generó de revistas que siguieron con buen éxito las
complacencia del corazón para la elite mexicana en el sexenio de Vicente Fox,
en consecuencia con sus vanalidades de una clase política que no tuvo freno de
ninguna especie en este periodo donde la alternancia vio su Glasnot y Perestroika en la irresponsabilidad mas vil, vino una estrategia que en su continuidad y aval, bien a dejado engrosar el ego de no
solo aquellos artistas más convencionales del jet set mexicano, sino también dejó
ver los pormenores de una clase política que sin pudor ni recato, exibieron sus intimidades sin importar ideología alguna, y ya siendo de derecha, izquierda o del partido "X", tener a la
menor oportunidad, el escaparate para también dejarse ver por esa clase en el poder que
encumbra o determina el futuro inmediato y que en el discurso se podría cuestionar
estas superficialidades, pero que en la práctica, bien han funcionado como estrategias
de posicionamiento y legitimación ante un sector minoritario, sí, pero
necesario en las alianzas estratégicas para llegar a la meta política o a la meta del ser social en la globalización del no extraviarse entre la masa anodina sin punto de opinión. Hay que ser aliaznas, y en ello, es mejor "salir en la foto", diría el lider sindical sempiterno Fidel Velázquez.
Las
estrategia de "competitividad" no solo abarca a los políticos en el decir quién
soy y que soy en estas revistas del corazón ya posicionadas en ciertos gustos,
sino que a través de englobar en un ranking aquellas voces que supuestamente “Transforman
a México” (sin aclarar, claro está, si la transformación es para bien o para
mal; cada quien su propia percepción según le vaya en la feria de
oportunidades), hace posible que se meta en el mismo costal, con la
beneplacencia de todos los involucrados, lo mismo a artistas, que a periodistas,
políticos, empresarios, deportistas, activistas y luchadores sociales en un
listado que daría motivos para justificar una cuestionable idea de que en este
país, “la democracia es para todos” y todos caben en una publicación donde se vale,
permitirse el roce, el remojón para
la foto y ser parte de esa clase social que también contrata, que también da
placeres y que la crítica puede dejarse de lado, si las presencias de lo
popular dan soporte a un poco de banalización y ramplonería.
Los
medios son ahora la presidencia autoimpuesta. Tenemos un presidente impuesto
por esos medios que retratan a un jet set que pondera su poder sin remilgos y
que arrastra a sus críticos a las portadas de sus publicaciones. Los críticos del
poder ya no se dan la mano con el presidente en turno, pero se dejan manosear
por esos medios que lo han encumbrado. Por esa idea de ranking donde unos son mejores que otros, antítesis conceptual de
un país de igualdades donde todos luchamos por la misma cosa y no porque se nos
legitime poniéndonos en un lugar de acuerdo a qué estándares, si me hago
acompañar por la mediocridad de unos- ¿Aristegui, Debayle, Dresser, Micha o
Zabludovski en la misma tesitura de transformar
a México?- que por otros- ¿Diego Luna, Martha Higareda, Alejandro Fernandez, o
el piojo Herrera?
De
las luchas de José Vasconcelos por sumar a los creadores a la transformación de
este país, a las revistas Caras, Quien,
Hola, como instrumentos del estado para reconfigurar un país con la
permisividad de aquellos que dicen construir la nueva democracia, hay contradicciones
que mucho se habría que replantear.
Porque
en la legitimación del poder, lo "radical" también vende.
#MéxicoMemoriaViva
#AyotzinapaSomosTodos
#HayQueContagiarLaEsperanza
En facebook y twitter: Juan José Campos Loredo
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